Venganza
Relato por Bella "La Deboradora"

Después de encontrar a mi esposo entrando al hotel con una compañera de trabajo, lo esperé hasta que saliera para evidenciar que pasó algo entre ellos y lo dejé con la amenaza de que no llegue a casa y que, si lo hace, es a recoger sus ropas para que se vaya.
Caminé sin rumbo por el centro de Guayaquil, quedándome sentada llorando en una esquina.
Sin darme cuenta del tiempo ni nada.
Hasta que una voz conocida me dijo:
—Bella, ¿qué pasó? ¿Qué haces ahí?
Era el papá de un compañero de mi hijo en la escuela.
Medio le conté lo que pasó y le dije que no tenía ganas de nada, pero tampoco de llegar a casa en ese estado. Él me dijo:
—Vámonos de acá.
Recordé que él, más de un año atrás, pasó tirándome los perros, invitándome a salir. Le dije:
—Está bien, pero llévame a donde siempre has querido llevarme. Estoy dispuesta a lo que tú quieras hacer conmigo.
Él dijo:
—¿Segura?
Le dije:
—Sí.
Nos levantamos y cruzamos la calle agarrados de la mano. Me hizo entrar al motel de la esquina: “El Savoy”.
No dije nada, solo subí las escaleras con él, y en un rato más estuvimos dentro de la habitación. Ni bien entramos, me encerré en el baño, me bañé porque me sentía sucia, me vi toda descuidada, con pelos en mis axilas, vagina y piernas.
Me sequé y vestí, salí y le dije:
—Préstame dos dólares.
Me los dio y bajé. Fui a recepción, le compré una rasuradora y volví a subir. Me encerré en el baño, me tomé mi tiempo y me depilé toda. Al rato salí. Él estaba acostado, cubierto por la sábana. Sabía que estaba desnudo.
Yo salí en toalla y, al caminar hacia él, me la quité, quedando desnuda.
Él me dijo:
—Ven, acércate sin miedo.
Me senté a su lado y él comenzó a tocarme el cuerpo. Tenía nervios por lo que iba a hacer. Era el primer hombre distinto a mi esposo que me tocaba. Todo pasó rápido. Solo cerré mis ojos mientras él me acariciaba el cuerpo, luego me besaba.
Me dijo:
—Abre las piernas.
Le hice caso. Él continuó, ahora besándome el cuello, bajó besando mis pechos, succionando mis pezones, bajó más hasta llegar a mi vagina. Se clavó de cabeza.
Era la primera vez que alguien me hacía sexo oral. Se sintió extraño, pero distinto, rico. Me excité mucho y le dije que pare. Él hizo caso omiso hasta que lo separé agarrándole de los cabellos. Él se levantó, abrió mis piernas agarrándolas y se acomodó.
No pensé en que lo haría sin condón, solo me dejé penetrar. Su pene entró abriéndome toda, llenando mi vagina. Comenzó a meter y sacar a un ritmo rápido y luego casi que dándome embestidas. Yo estaba mojando la cama de la excitación, gritaba de placer y, al poco tiempo, él acabó.
Pude sentir su chorro dentro mío.
Él se quedó dentro mío y se acostó encima.
Quedamos ahí un buen rato. Después de un rato él dijo:
—Ya vámonos.
Quería más, pero caí en cuenta de que era tarde. Pasó tan pronto… o al menos eso pensé. Pero él había demorado casi una hora para acabar.
Le dije:
—Gracias.
Y me dijo:
—Veo que no sabes muchas cosas. Si quieres, te enseño.
Le dije:
—Está bien.
A partir de ese día comenzamos a vernos todos los días. Duramos 3 meses así.

Cuando Débora escribe, tú te desnudas.
Débora "La Devoradora" no escribe, devora. Con palabras afiladas y una imaginación insaciable, transforma el deseo en literatura carnal. Sus relatos son veneno dulce: te atrapan, te excitan y te dejan rogando por más. Ama la venganza, el juego de poder, y los secretos susurrados entre gemidos. Nadie escapa a su pluma.
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